A la hora de seleccionar a la persona candidata que ejercerá las labores de cuidados y atención a la persona mayor, con discapacidad o en situación de dependencia vamos a tener en cuenta su disponibilidad, su localización geográfica, sus expectativas salariales… pero hay aspectos (habilidades) que también hay que valorar y que podríamos englobar dentro de ese cajón de sastre que es la “sensación y la confianza que nos inspira la persona”, bien cuando hablamos por teléfono, escribimos por mensajería electrónica o cuando hacemos la entrevista.
La persona cuidadora, además de experiencia, titulación, actitud, … debe poseer una serie de habilidades sociales básicas elementales ya que son fundamentales para el buen ejercicio de su trabajo, no hay que olvidar que este trabajo tiene un marcado componente social.
Aunque hay muchas otras habilidades que debe poseer la persona cuidadora, en este post, nos vamos a centrar solo en las habilidades sociales básicas y elementales. Éstas las podríamos dividir en los tres grupos que se detallan a continuación:
a) Habilidades de presentación:
• Emitir saludos de encuentro y despedida de una forma natural, cordial y afectuosa, en tiempo y forma.
• Presentarse ante los demás (desde el punto de vista profesional), saber hablar de si mismo en una entrevista, en una presentación, destacando aquellos aspectos de la persona más relevantes.
• Saber presentar y describir aquellos aspectos más relevantes de la persona a la que cuida.
b) Habilidades de cortesía y agrado:
• Hacer halagos y recibir halagos de los demás con naturalidad.
• Dar las gracias.
• Interesarse por los demás ante problemas personales, laborales, .. de una manera sincera, respetuosa y comprensible, mostrando empatía en todo momento.
• Utilizar fórmulas de cortesía al dirigirnos hacia los demás (p.e con permiso, si me lo permite..).
c) Habilidades de petición:
• Saber dar y recibir órdenes e instrucciones tanto de la persona usuaria como de compañeros, superiores o familiares.
• Saber pedir, dar y hacer y ofrecer favores.
• Saber decir no a una petición injustificada, irracional, desagradable o no apropiada de una manera asertiva.
• Pedir perdón y disculpas cuando se ha cometido un error.